Por Héctor Martínez Quintero
¡Hola a todos! mi nombre es Héctor, les mando un gran abrazo afectuoso desde el seminario menor donde me encuentro actualmente cursando el primer semestre de Humanidades, ciclo escolar 2010-2011.
Esto no es obra de la casualidad o por azares del destino, esto es un efecto a causa de las oraciones, ruegos y suplicas de tantas personas que interceden ante Dios Nuestro Señor y pues, al finalizar el año sacerdotal como toda cosecha y toda pesca, hubo una buena respuesta del pueblo, gracias a que se pidió con humildad, rogando con ardor, que el dueño de la mies envíe trabajadores a sus campos.
El Señor llamó a cada uno de nosotros y respondiéndole de la misma manera con gran amor le decimos: “aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”. Para mí es una gran dicha y un privilegio contarles una pequeña vivencia que tuve con mis hermanos de nuevo ingreso y en especial con el Señor Obispo Faustino Armendáriz Jiménez. Monseñor celebró la misa en la Catedral de Matamoros el domingo 18 de Julio a las 11:30 para dar gracias a Dios por los frutos del preseminario 2010, ese día Nuestro Obispo nos presento a la comunidad Diocesana con estas palabras: “son el resultado de las oraciones que ofrecemos ante Dios”.
Para mi admiración la sorpresa fue aun más grande, fue una experiencia única e inigualable que no se compara con nada. Cuando nos avisaron que el Señor Obispo había dispuesto de su tiempo para convivir con nosotros, los jóvenes de nuevo ingreso, fue algo muy padre un banquete especial para nosotros, el objetivo de la reunión era: conocernos, saludarnos, saber nuestros nombres; pero más que conocernos, siento en realidad que el Señor Obispo quería experimentar aquel sentimiento que lo acompañó en sus inicios, en realidad, les digo que me siento muy contento por esa gran dicha de haberlo saludado, charlado y compartir un poco de lo que él es y de lo que somos nosotros.
Servir a al Señor, causa una felicidad tan grande que no se compara con nada en la vida. Estoy muy feliz también porque Señor me ha llamado para su servicio y haber escuchado esa palabra que ha cambiado la historia de tantas vidas que es “sígueme”, pues yo les digo de todo corazón que: hay que ser generosos, no debemos cerrar nuestro corazón al llamado y responder con prontitud, como el profeta Isaías “aquí estoy, señor, envíame”.
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